Principal

Diario YA


 

conmemoramos el 150 aniversario de un acontecimiento que asombró

Católicos japoneses que fueron auténticos Samurais

San Pablo Miki

Daniel Ponce Alegre. Teólogo y Antropólogo. El próximo 17 de marzo de este año 2015, los católicos japoneses especialmente, pero también la mayor parte de la sociedad japonesa y del resto de los católicos en todo el mundo, conmemoramos el 150 aniversario de un acontecimiento que asombró y admiró al mundo.
¡Había todavía en el Japón de 1865 cristianos-católicos clandestinos, descendientes de los cristianos convertidos en tiempos de San Francisco Javier!.
Perseguidos y escondidos habían permanecidos fieles a su fe, durante casi tres siglos, sin sacerdotes, con una organización secreta.
¿Cómo se produjo esta maravilla?.
En julio de 1853, el comodoro Perry, al frente de una flota de guerra de los Estados Unidos, se presentó en la Bahía de Edo, exigiendo que el Japón se abriera al comercio con occidente. Japón era " sakoku ", país cerrado al extranjero desde 1630. Desde esa fecha el cristianismo era ilegal y, perseguido cruelmente, había desaparecido.
Pablo Miki, jesuita japonés y 25 cristianos, varios religiosos españoles, y muchos laicos japoneses entre ellos dos niños, fueron crucificados y alanceados en una colina cercana a Nagasaki. El catolicismo quedó, aparentemente, exterminado. Y desde entonces, Japón sólo comerciaba con China, Corea y algo con holandeses protestantes.
Ante la amenaza de Perry, Japón resistió, pero al final cedió y permitió concesiones extranjeras en los principales puertos.
Cerca de Nagasaki, en Oura, una de esas concesiones era francesa. Allí los franceses se instalaron, y como todavía el secularismo no había hecho estragos en la política, llamaron a los misioneros del MEP, Misiones Extranjeras de París, para atender a los católicos de la concesión.
En Oura, el 17 de Marzo de 1865, el padre Petitjean pasea rezando delante de una iglesia. De pronto se le presentan unas mujeres procedentes de Urakami, en el otro extremo de la ciudad de Nagasaki. Le abordan y le preguntan a bocajarro:
¿ Dónde está María Sama?. El religioso perplejo exclama: ¡unas japonesas preguntando por la Virgen María!. De pronto una de ellas le dice: ¿ nos podría presentar a sus hijos?. Sonriente, les explica que él es sacerdote católico y que ellos no se casan ni tienen hijos. Entonce todas ellas exclaman a la vez: ¡ tenemos el mismo corazón!. A continuación le dicen en voz baja que en Rakami había muchos más.
Eran los descendientes de los cristianos evangelizados por San Francisco Javier y sus sucesores. Desde 1612 habían mantenido la fe, transmitiéndola secretamente de padres a hijos.
Su único sacramento era el bautismo que los " mizukata" bautizadores conferían a los niños, no bebes. Los textos de la Sagrada Escritura se transmitían oralmente, y con la fuerza de estos dos pilares y de la oración, resistieron.
La noticia impactó al mundo cristiano entero y despertó la desconfianza del Gobierno, que decidió hacerles renegar de su fe.
El 1 de enero de 1870 más de 700 familias fueron citadas al ayuntamiento para hacerles renegar de su fe cristiana, aunque fuera de modo puramente formal. No cedieron.
El 5 de enero más de 3300 personas fueron detenidas, incluidas mujeres y niños pequeños, y fueron deportados de Nagasaki hacia 21 destinos distintos por grupos de más o menos 200. Hacinados, mal nutridos y torturados no cedieron.
Entre tanto, el Gobierno había enviado una comisión oficial de juristas y políticos para estudiar las constituciones de los diversos países occidentales y así tomar ideas para una propia.
En todas partes tuvo que oír protestas de los gobiernos por la persecución contra los cristianos. Ante el posible fracaso el jefe de la comisión mandó un telegrama pidiendo el cese de la persecución. Inmediatamente cesó, pero unos 600 cristianos habían perecido.
¡ Actitud admirable la de esos gobiernos occidentales!. Hoy ante hechos mucho peores, miran hacia otro lado.
En lo que toca al Gobierno de Japón, sensatez de elaborar una Constitución sin religión oficial y abierta a las otras religiones.
Valor de esos cristianos, nuevos mártires, firmes en la fe.
Como reconoció un perseguidor: " habían sido auténticos samurais por su entereza y fidelidad a su Señor, a su fe; aún cuando su Señor no estaba físicamente con ellos, ellos le fueron leales y se comportaron como Ronin, samurai en ausencia de su Señor ".
El 9 de agosto de 1945, la segunda bomba atómica que cayó en Nagasaki afectó de lleno a Urakami y lo arrasó, produciéndose una matanza de cristianos.
Los japoneses, se sienten muy orgullosos de sus mártires, de sus samurais cristianos.
 

Etiquetas:católicosDaniel Poncejapon