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Diario YA


 

"Conduciendo sin luces"

Conduciendo sin luces

Una de las consecuencias más grotescas que ha producido la última victoria electoral de Zapatero es que ya casi da igual criticar a los ministros del Gobierno. Hasta antes de los comicios, teníamos la certeza de que la mayoría de los ministerios estaban dirigidos por políticos no aptos para la función pública. Ahora, es mucho peor: sabemos que los ministros no están a la altura que se puede esperar de tan alto cargo, pero además no importa. Porque el pueblo español ha decidido que no vota gestión, sino ideología. Y España, según parece, es de izquierdas.
 
Solbes era un ministro pésimo antes del 9-M, y después del 9-M ya es otra cosa: parece una caricatura de ministro. Al margen de que no acierta ni por casualidad sus previsiones económicas, y de que empieza a dar la sensación de querer una jubilación anticipada más que otra cosa, Solbes no está de acuerdo en casi nada de lo que propone Zapatero. Y se da la curiosa circunstancia de que, en pocos días, el titular de Economía puede anunciar una medida en la que no cree, para desmentirla o matizarla después. Una cosa de chiste.
 
Vayamos con Sebastián. Primero, el numerito de la corbata. Y ahora, esta historia casi truculenta sobre las bombillas de bajo consumo, que ha permitido a Soraya decir, con mucha gracia, que éste es un Gobierno “de pocas luces” (ojala tuviera pocas…, ¡alguna!). Con la situación económica que padece la mayoría de los españoles, con los negrísimos nubarrones que se avecinan en un próximo horizonte, salir ante los medios de comunicación a presentar esta tontería de las bombillas, la verdad es que produce rubor.
 
Es decir, ya no es que en el Gobierno de España haya personajes como Bibiana Aído, que podría considerarse una excentricidad muy propia de la progresía hispánica, es que los presuntos “lumbreras” del Ejecutivo, los que están en los ministerios de cuyo buen funcionamiento depende buena parte de la marcha del país, están ahora mismo sin rumbo y a la deriva, al albur de cortinas de humo y campañas de marketing político que hagan olvidar a la gente los verdaderos problemas que nos acechan.
 
Y mientras, el Partido Popular se ha quedado en una complicadísima posición, porque su labor de criticar las medidas gubernamentales ha adquirido un tono monocorde y cansino que no mueve a la ilusión ni a la esperanza, sino más bien a la desolación. El principal partido de la oposición debe aprovechar la coyuntura para renovar su estilo, salir a la calle a hablar con los ciudadanos, conocer de primera mano cuáles son sus preocupaciones, y hacer una verdadera labor de reconstrucción de España.
 

Jueves, 31 de Julio de 2008.

Etiquetas:editorial