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Diario YA


 

Cristo, crucificado a las puertas de Europa

Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio. Con las lágrimas todavía recientes por las víctimas mortales del último atentado del DAESH en Bruselas (entre ellas, una española), con la preocupación creciente por la desorientación y la ineptitud de los dirigentes europeos, con el temor a nuevas acciones terroristas que ya han anunciado los orcos y que sabemos casi con seguridad que no estamos preparados para poder evitar, con todo eso, hoy les tengo que decir que es absolutamente inaceptable lo que se está haciendo con miles de familias de refugiados sirios, hacinados como perros a las puertas de Europa, sin comida ni techo, en campos de concentración donde unos samaritanos del siglo XXI les venden mantas a 20 euros la pieza.

Es una vergüenza tener que ver a niños de dos y tres años descalzos en los charcos de la lluvia, comiendo trozos de pan duro en el suelo, llenos de miseria y de enfermedades, con sus padres desesperados y sus madres hartas de llorar. Una vergüenza, sí. Se supone que el planeta ha progresado para evitar esto; se supone que tenemos nuevas tecnologías, expertos en todo, medios de comunicación, instituciones la mar de honorables y señores engominados con traje y coche oficial que ganan un porrón de dinero, para evitar que tengamos que contemplar escenas tan dantescas como las que estamos viendo desde hace semanas. Ante la indiferencia general, porque todo lo que está a más de mil kilómetros nos pilla muy lejos y nos importa una higa. Que lo arreglen otros. Evidentemente, la solución no es la apertura total de las fronteras y que pasen todos los que quieran. La solución no es seguir haciendo chapuzas con los servicios de información e inteligencia, en el supuesto caso de que existan, permitiendo que entren terroristas del DAESH por la ruta de los refugiados, y poniendo bombas en el centro de las ciudades como y cuando quieren. Si no se ponen medios de verdad para luchar allí y aquí, en Siria y en Europa, contra esta gentuza infame, está claro que nos van a ganar la batalla. Los discursitos de siempre de la casta política progre-liberal ya causan verdadera náusea.

Hacen falta medidas concretas y eficaces, una declaración de guerra conjunta contra el DAESH donde los estados se involucren de forma real. Pero insisto: de nuestra evidente incapacidad para derrotar al terrorismo islamista, no tienen la culpa los niños sirios que huyen de lo mismo que nosotros tememos. De nuestra mediocridad insultante, de nuestra torpeza a la hora de definir las amenazas reales y las inventadas, de la mezquindad de los gobiernos que se gastan el dinero de los contribuyentes en mantener sus chiringuitos de lujo y corrupción, en vez de dedicarlos a solucionar los problemas que nos afectan a todos, de eso no tienen la culpa los que han tenido que salir con lo puesto de sus casas bombardeadas en una guerra que ya ha dejado más de 300.000 muertos y que ha hecho que la mitad de la población siria haya tenido que marcharse de su tierra.

Ahora hemos descubierto que la solución del problema es darle dinero a Turquía, país de conducta más que sospechosa en estos asuntos, para que frene a los refugiados en su territorio, se quede a los que pueda, y los demás los mande de vuelta a sus derruidas casas o a destinos todavía más humillantes o peligrosos. Y les vamos a dar varios miles de millones de euros para que nos hagan ese trabajito ingrato y desagradable de tener que dar una patada en el culo a unas personas que huyen de una muerte segura y que sólo piden un poco de lo que nos sobra. Son feos, traen piojos y huelen mal; así es que no son bienvenidos a Europa.

Aquí sólo nos gustan limpitos y bien educados, como la señora Merkel. Miren, les diré una cosa: tengo una suerte enorme, y es que no soy ni de derechas ni de izquierdas, y me importan un pimiento los políticos de todos los partidos. El único al que sigo es a Cristo, y el único "club" al que pertenezco es la Iglesia Católica. Hoy, el Redentor está siendo crucificado otra vez a las puertas de la venerable Europa; en cada cuerpecito que no tiene una bañera caliente, en cada mujer con sus ropas empapadas, en cada padre de familia que no puede dormir. Hoy, el mundo lo sigue haciendo una vez más: dar la espalda a todos esos rostros en los que, sin ninguna duda, está el rostro del Señor.

Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio (en Radio Inter, 918 am)

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