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Diario YA


 

Los ministros de este Gobierno que estamos soportando, han emprendido una campaña, perfectamente sincronizada, en todos los frentes de la administración

Desafueros de un gobierno, con evidentes tics totalitarios.

Miguel Massanet Bosch.
Señores, definitivamente ya se han perdido las maneras, la decencia política, el respecto por la Constitución, el Jefe del Estado y el trabajo de jueces y magistrados, por parte de aquellas instituciones cuya labor primordial se esperaba que consistiera en defender la legalidad, el Estado de derecho y a quienes constitucionalmente tienen el derecho, la obligación y el encargo de velar por conservar el estado democrático, la unidad de la nación española y el preservar a la ciudadanía de cualquier intento de establecer, en España, un sistema de gobierno dictatorial y totalitario como alguno de los que, por desgracia, siguen existiendo en repúblicas como la venezolana y en democracias como la española. Es evidente que lo que está sucediendo, en la actualidad, en la nación española amenaza con convertir a quienes, en estos momentos, están establecidos en el poder en condiciones de utilizarlo olvidándose de las prácticas democráticas, para conducirnos engañados al sistema totalitario que tienen previsto para España, un cambio de incalculables consecuencias en lo social, lo político, lo económico y en cuanto tenga relación con el progreso y los derechos fundamentales del pueblo español.
Los ministros de este Gobierno que estamos soportando, han emprendido una campaña, perfectamente sincronizada, en todos los frentes de la administración, la función pública y de la actividad parlamentaria, con el solo objetivo de neutralizar la acción de la oposición de centro  derecha, intentando establecer, como ya tuvo lugar durante la administración de Rodríguez Zapatero,  un “cordón sanitario”, mediante el cual cualquier iniciativa legislativa, propuesta, rectificación, mejora o inciso que procediera del PP  (ya no hablamos de VOX condenada al ostracismo por derechas e izquierdas) ni tampoco de Ciudadanos que, desde hace un tiempo se ha pasado al socialismo, con la particularidad de que, el acuerdo que tiene concertado esta formación política con el PP para la gobernanza de la comunidad madrileña, está tambaleándose de tal forma que nadie se atreve a apostar un penique en cuanto a que, el señor Aguado, representante de Ciudadanos en el gobierno de la comunidad, no decida dar el paso de unirse a las izquierdas, para presentar una moción de censura contra la señora Ayuso. Con tales amigos no hacen falta enemigos.
Sin embargo, el hecho de que los ciudadanos españoles estemos dispuestos a transigir con las iniciativas de los que nos gobiernan; el que nadie se atreva a levantar una voz de protesta contra las arbitrariedades que Sánchez y sus ministros están llevando a cabo, impunemente; que se escuchen voces pidiendo la modificación del Código Penal para rebajar las penas del delito de sedición o se hable, insistentemente, de la posibilidad de que se lleguen a indultar a los culpables de los sucesos del 1.O, simplemente para que se le aprueben al señor Sánchez los presupuestos generales del Estado por parte de los separatistas y el resto de las izquierdas que lo mantienen en el poder; no priva que las consecuencias de las medidas que de una manera improvisada, precipitada, sin consenso alguno, arbitrariamente y empleando el rodillo socialista-comunista, se están decidiendo por los gobernantes, no priva de que los resultados a medio y largo plazo puedan resultar catastróficos para España y sus ciudadanos.
Cuando una ministra cabezota, como la señora Isabel Celaá, se empeña en llevar del ronzal a los estudiantes españoles, de los que es responsable como ministra de Cultura, improvisando soluciones de un cariz semejante al de permitir que los escolares pasen de curso pese a que tengan suspensos a porrillo, solamente se puede entender en una persona que está incapacitada para ocupar el puesto que regenta y a la que se la debiera de poner de patitas en la calle de inmediato. Puede que el Covid 19 impida la normalidad en las aulas; que retrase la escolarización de miles o cientos de miles de alumnos; que suponga el impedir que se imparta la totalidad de las asignaturas del curso y que ello implique un retraso en la enseñanza de los respectivos alumnos, pero que, estas circunstancias, avalen que se permita pasar de curso a alumnos que tienen suspensos, cualquiera que fuere el número de ellos, nos parece de una inconsciencia rayana en la negligencia y, en la más completa contradicción con respecto a los fines que corresponden a la enseñanza que, evidentemente, no son los de expedir títulos, cuantos más mejor, sino en que los alumnos salgan de las escuelas y de las universidades perfectamente preparados para poder ejercer la profesión que hayan decidido  ejercer, en la mejores condiciones de preparación y eficiencia posibles.
La señora Celaá parece olvidarse de que hay materias que no se pueden seguir estudiando si no existe una base en la que apoyarse. Si se pasa de curso, con la asignatura/as suspendida/as es evidente que, en modo alguno, el alumno podrá avanzar en aquella materia lo que podrá producir dos consecuencias: una, que se aburra y deje de poner interés en seguir estudiando aquel tema y, la segunda, que se constituya en un obstáculo o un estorbo para el resto de alumnos que sí están en disposición de seguir adelante con la materia. ¿Alguien puede llegar a imaginarse lo que puede llegar a ser un expediente escolar de un alumno que pase curso con asignaturas suspendidas una y otra vez, estudiando a la vez asignaturas de varios cursos e intentando recuperar las de los cursos anteriores? Se dice que esta solución sólo sería para este curso, pero todos sabemos lo que sucede con estas medidas provisionales que, en la mayoría de los casos, acaban convirtiéndose en una rutina aceptada si, con ello, se facilita la salida de más universitarios, aunque, en algunos casos se constituyan en un peligro para las empresas o los ciudadanos que caigan en sus manos ¿Se imaginan a un médico titulado que no sea capaz de hacer un diagnóstico correcto? Pues no crean que esto no haya sucedido. Al finalizar la Guerra Civil española hubo muchos estudiantes a los que la guerra había cogido en plenos estudios y tuvieron que abandonarlos durante los tres años que duró la contienda. Al finalizar todos ellos fueron favorecidos por unos examinadores que tuvieron más en cuenta sus méritos como soldados que sus conocimientos sobre las materias de las que se examinaron.
Y entramos en otro tema que sólo de pensar en él ya da grima. Se trata de la campaña orquestada por Podemos en contra del Jefe del Estado, Felipe VI. No es de extrañar que sujetos de la catadura del señor Pablo Iglesias, de su sectarismo harto conocido; de sus pecados con la justicia hábilmente disimulados por él y por todos aquellos que se esfuerzan en encubrirlos; de sus cambios estratégicos cuando se trata de ocultar pasados errores; de su cara dura cuando vive como un pachá en su casa de la sierra madrileña, mientras se desgañita pidiendo justicia para los trabajadores, culpando de su situación a los empresarios que pueden ser su propios vecinos en Galapagar.  Pero lo peor es que el juego está perfectamente organizado y acordado entre socialista y podemitas,  de tal manera que mientras los de Iglesias siguen pidiendo la cabeza del Rey, los socialistas se reparten entre aquellos que abundan en las peticiones comunistas y unos pocos que cumplen con su papel de aparentar sostener el régimen monárquico constitucional. Con ello matan dos pájaros de un tiro porque, mientras se da contento a los separatistas catalanes y vascos que son contrarios a la monarquía, se estaría preparando el terreno a un posible cambio constitucional (ya hay quienes hablan de modificar la actual exigencia de tres quintos a favor en ambas cámaras de las Cortes Generales, para poder modificar alguna de sus partes) que permitiese poder cambiar partes de la Carta Magna sin estar condicionados por tal limitación que, hay que decirlo, en la actualidad, la falta de apoyo de una de las cámaras ya bastaría para que fuera rechazada la propuesta de reforma.
Se puede decir que, actualmente, la figura del Rey y, todavía con más ahínco, la de Carlos I, están puestas en cuestión y forman parte de graves enfrentamientos en el Parlamento de la nación sin que la presidenta, no obstante, la señora Batet, su presidenta, tenga la autoridad y la intención de evitar que estas batallas parlamentarias, entre defensores y detractores de la institución, que ponen en cuestión la figura del Jefe del Estado español y del sistema de monárquico parlamentario, se conviertan en una costumbre, cuando la figura de SM como jefe del Estado español no debiera ser puesta en cuestión por estar avalado por la propia Constitución de 1978 de la nación española.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tendremos que admitir que, desgraciadamente para nuestra patria y aquellos españoles que no estamos contagiados de este populismo de izquierdas que parece que nos ha invadido y se ha apoderado de la mayoría de puntos clave para hacerse con el poder, el actual Gobierno, apoyado de forma descarada por la mayoría de la prensa del país y usado, en su favor, por el soberanismo de algunas partes de España, que ven en la debilidad de la oposición y en la anuencia y pasividad de aquellos que tendrían el deber y la decencia de acabar con una situación que, evidentemente, se puede considerar como de un intento de descuartizamiento del país y del propósito, apadrinado por los comunistas bolivarianos de Iglesias, de acabar con la democracia de que disfrutamos, para entrar en un régimen totalitario en el que, las libertades ciudadanas, cada vez están más limitadas y puestas en cuestión. Y finalizamos con una frase del genetista y escritor francés, Albert Jacquard: “El totalitarismo será siempre una tentación, las decisiones se toman más rápido d que en democracia”