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Diario YA


 

"El profesor inspector de conflictos familiares"

Beatriz Bullón. 2 de diciembre. 

Seguimos con los criterios de evaluación de la Educación para la ciudadanía en segundo curso de la ESO. El punto 2. establece que se evaluará “participar en la vida del centro y del entorno y practicar el diálogo para superar los conflictos en las relaciones escolares y familiares. Con este criterio se pretende evaluar si los alumnos y las alumnas han desarrollado habilidades sociales de respeto y tolerancia hacia las personas de su entorno y si utilizan de forma sistemática el diálogo y la mediación como instrumento para resolver los conflictos, rechazando cualquier tipo de violencia hacia cualquier miembro de la comunidad escolar o de la familia. A través de la observación y del contacto con las familias, se puede conocer la responsabilidad con que el alumnado asume las tareas que le corresponden. Por otra parte, la observación permite conocer el grado de participación en las actividades del grupo-clase y del centro educativo”

                Reflexionando sobre este criterio, salta a la vista, aparte de su dificilísimo seguimiento para el pobre profesor o profesora (por seguir con la técnica de redacción del Decreto), que hay algo inusual, novedoso y, por supuesto, no ventajoso para la familia. Efectivamente, aparece la figura del profesor observador, quizás esta nueva faceta del docente tiene su origen en los observadores de los procesos de paz de los conflictos bélicos, que hoy es un modelo que abunda.

                Los conflictos de los niños de 13 años en el ámbito familiar hacen referencia a la hora de irse a dormir, la hora de volver a casa, hacer los deberes antes de ver la televisión, comportarse correctamente en la mesa y en los juegos,…cosas pequeñas, pero que nos parece que indudablemente pertenecen a la autoridad de los padres y que en modo alguno pueden ser objeto de la supervisión obligatoria de un maestro. Pues por mucho respeto y estimación que tengamos a éste, no pertenece al ámbito familiar.

                Parece lo mejor que a los hijos se les anime desde la escuela al respeto y obediencia a sus padres, que como padres normales que son la gran mayoría, sólo quieren el bien de sus hijos y de sus familias.

                Rechazamos la figura del profesor/a negociador/a puesto que no sabemos que sentido va a dar a la negociación en un ámbito que no le corresponde.

                El padre que, contra lo dispuesto por el Consejo Escolar del centro, no quería que hubiera crucifijos en el colegio público Macias Picavea de Valladolid, no ha atendido a diálogo ni negociación en la comunidad escolar, ni a la autonomía de los centros, y esta siendo muy aplaudido por los creadores de la Educación para la ciudadanía. Por cierto, el Gobierno tampoco negocio, ni admitió el diálogo sobre el contenido de esta asignatura, que se da de forma distinta en los países europeos. Podríamos pedir un negociador que evaluará su actuación y de seguro que suspendía.

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