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Diario YA


 

Sigue el postureo del señor Pedro Sánchez, ahora mostrándose seductor con el separatismo catalán.

España es, señor Sánchez, algo más que PSOE y separatistas

Miguel Massanet Bosch.

No entendemos, de verdad, a lo que realmente se está refiriendo este personaje que gobierna o, simula hacerlo, la nación española, cuando habla de “rechazar más frentes judiciales contra Cataluña”. ¿Cómo, un gobernante, puede rechazar el ejercicio de un procedimiento legal, en algunos casos imprescindible, para hacer entrar en vereda a un grupo de revolucionarios que han dado muestras suficientes de estar dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en su intento irrefrenable de hacer que, el Estado, muerda el polvo y acceda a que Cataluña y los catalanes se llegaran a independizar del resto de la nación española? ¿Acaso acudir a la Justicia cuando es preciso, se puede considerar algo rechazable? Quizá el señor P.Sánchez piense en que, a través del llamado “diálogo”, algo que, por cierto, se ha convertido en un latiguillo que usan frecuentemente todos los partidos de las izquierdas cuando pretenden que, por medio de procedimientos extralegales se puedan hacer concesiones que, por cierto, no están incluidas dentro de las facultades que la Constitución atribuye a los gobernantes y que, en último lugar, cuando no haya conformidad sobre ello, se debe recurrir, indudablemente, a este llamado tercer poder, según la conocida definición de los tres poderes del estado formulada por Montesquieu.

Ya nos estamos acostumbrando, los españoles, a los largos silencios con los que obsequia el señor P.Sánchez a los ciudadanos cuando le conviene desaparecer de los primeros lugares de la escena política y a locuacidad e incongruencias con las que se expresa cuando decide aparecer para dejar caer alguna de sus frases lapidarias, con las que pretende impresionar a sus seguidores y dejar perplejos a los miembros de la oposición. Es posible que, el señor Rajoy y su equipo, estuvieran tardones en reaccionar ante el desafío separatista, cuando el señor Mas empezó su campaña en contra del Estado español y que se mostraran indecisos en el momento de aplicar el 155, algo que en muchas ocasiones hemos venido criticando pero, no hay duda que el hecho de denunciar ante el TS y el TC los comportamientos, evidentemente inconstitucionales, de los separatistas catalanes era algo imprescindible para que, las actuaciones, que ciertamente no se llevaron a cabo pese a las bendiciones de ambos tribunales, pudieran haber servido de freno a las ulteriores cuestiones que, como consecuencia de la no aplicación de la Ley, se han producido de parte de unos separatistas envalentonados y decididos a aprovecharse de la debilidad del Gobierno para rehacerse de las primeras consecuencias del 155, contratacar y volverse a situar en una postura que los ha convertido en verdaderos dirigentes de la política interior española, haciendo valer los acuerdos secretos que, sin duda, acordaron con el señor Sánchez para apoyarlo en la moción de censura en contra de Rajoy.

Sánchez habla de destensar el ambiente y, acto seguido anuncia que, tan pronto como pueda, retiraran los restos del general Franco de su última morada en el monasterio del Valle de los Caídos. ¿Qué facultades tiene este gobierno para actuar dentro de un templo católico? Seguramente él que no quiere judicializar las actuaciones de su gobierno va a tener que acudir a una más, a desgana con toda probabilidad, ante la denuncia que la familia Franco va a presentar ante los tribunales en contra de este intento del nuevo Gobierno. Pese a que no se manifiestan en público, el respeto por la figura del general Franco, su aureola de vencedor del comunismo en España y el haber proporcionado 40 años de paz a los españoles, continua teniendo más seguidores de lo que muchos se imaginan y que, con toda seguridad, se van a sentir afectados por un acto vengativo como es el que proponen ahora, por una cuestión de imagen populista, los seguidores de las izquierdas más extremistas que no vacilarán en profanar la tumba donde yacen los restos de quien gobernó en España durante cuarenta años.

¿Cuándo el señor Sánchez nos va a explicar con detalle en qué consiste esta “parálisis” de la que se queja y cuáles van a ser las “grandes transformaciones” que nos viene anunciando? Hasta ahora sólo ha demostrado estar dispuesto a ceder ante todas las graves cuestiones a las que se ha enfrentado. Los taxis han salido vencedores en su desafía al ejecutivo y siguen llevando la batuta, amenazando con nuevas movilizaciones si no se cumplen a rajatabla sus exigencias. En el conflicto de la llegada masiva de migrantes, consecuencia de la política de llamada iniciada con el “Aquarius”, que viene colapsando todas las ciudades del litoral mediterráneo cercanas al estrecho de Gibraltar; los resultados no pueden ser más descorazonadores debido al colapso que se han venido produciendo en los centros de acogida de las ciudades costeras y la gran avalancha, con consecuencias nefastas, de 602 migrantes que entraron en Ceuta como turba vencedora, después de haber sobrepasado las vallas y a los policías y guardias civiles que las custodiaban, provocando heridos entre ellos.

Quedará por ver en qué acabarán las grandes transformaciones que anuncian, a no ser que se refieran a los aumentos de impuestos de los que ya nos han avisado y de su absurda creencia de que si se aumenta a los bancos y grandes millonarios las cargas impositivas, las clases medias españolas no vamos acabando pagando nuestra parte en tales aventuras. No queremos ni pensar en las consecuencias, si lo que se nos anuncia es volver atrás en las reformas laborales que se nos pidieron desde la UE para ayudarnos a no tener que pasar por las horcas Caudinas de ser rescatados por los hombres de negro.

Y volvemos a insistir en que se nos aclara desde ya mismo respecto a lo que se está planeando en esta famosa agenda del cambio y que se nos diga si, este cambio al que aluden en cada momento, va a consistir en algo que repercuta en el bienestar de todos los españoles o bien, por el contrario, según mucho nos tememos, sólo sirva para convertir a los ricos en más pobres, a los de la clase media en paganos, como ocurre siempre que se habla de cambios impositivos y, a las clase menos favorecidas, en que sólo tengan la satisfacción de ver como aquellos que tenían más ahora pasan dificultades, sin que ello les acabe proporcionando mejora alguna para sus bolsillos. Esto sí, la burocratización del Estado irá aumentando y los 30.000 nuevos funcionarios que han sido convocados a opositar van a tener dinero para sus sueldos; eso sí, a costa del resto de los españoles que veremos cómo nuestras esperanzas de libertad, de mejoras de nuestras perspectivas industriales, de mayor desarrollo de nuestro comercio y, especialmente de recuperación del mercado de trabajo que, por mucho que se intente disimularlo y criticarlo aduciendo un empleo poco estable, lo cierto es que va mejorando cada día que pasa, a medida que los empresarios se iban convenciendo de que la mejora económica no era un bluf del Gobierno sino una realidad tangible.

Mucho nos tememos que este “sueño de una noche de verano” que está viviendo un PSOE, chutado de la droga de un optimismo desmedido en un momento en el que ya daban por perdidas sus posibilidades de levantar cabeza, va a convertirse en no muy largo tiempo en un nuevo desengaño si es que piensan que, el tiempo que les queda hasta las próximas elecciones, van a contar con los apoyos de los que se valieron para conseguir desbancar al señor Rajoy del gobierno de la nación. Cuando se toman medidas que necesitan financiación y que no están previstas en los PGE del ejercicio correspondiente, se tiene que recurrir a dotaciones extras para hacer frente a los dispendios de aquellas promesas que se hicieron o renunciar a ellas. En caso contrario se deben arbitrar medidas para conseguir recaudaciones complementarias que, usualmente, se consiguen aumentando los impuestos o bien recurriendo a más financiación externa, con el consabido aumento de la deuda pública. Todos sabemos que la CE está vigilante y que, inmediatamente que detecta alguna anomalía significativa, va a advertirnos para que rectifiquemos inmediatamente.

Dudamos de que, con una política como la que nos anuncian los socialistas y sus compañeros parlamentarios de la izquierda, de evidente incremento de los gastos, de más impuestos, de encarecimiento de los costes de trabajo y de incumplimiento de nuestros acuerdos con el resto de Europa, es obvio que no vamos a tardar en observar los efectos que va a tener para nuestra nación y nuestras relaciones con el resto de la UE.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con enorme intranquilidad como, no sólo por parte de la rebelión independentista de los catalanes y los anuncios intranquilizantes del señor Urcullu sobre una posible segunda edición de la consulta catalana, esta vez en el país vasco; sino por el auge que parece que están tomando los partidos de izquierda y la falta de la necesaria unión que debería existir en los más conservadores, particularmente ante la posible necesidad de aplicar de nuevo, en Cataluña, el 155; lo que nos hace temer que, a la hora de tener que tomar medidas trascendentales para asegurar el futuro de nuestra nación, no va a haber la necesaria solidaridad para impedir que los que pretenden destrozar España consigan sus propósitos.
 

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