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Diario YA


 

Estas noticias coinciden con el anuncio de otro gran acontecimiento para la unidad de los cristianos

Francisco y Kiril en La Habana

Juan García. Muchas esperanzas ecuménicas suscitó Kiril Gundjaev, metropolitano entonces de Smolensk y Kaliningrado, cuando fue elegido en 2009 para ser el 16º patriarca de la ortodoxia rusa desde 1589. Se había encargado de las relaciones exteriores, y adquirió una amplia experiencia internacional –también abundantes contactos con la Iglesia católica‑ durante más de cuatro décadas.

Como se ha destacado estos días, el papa Francisco se reunió con Kiril en una escala camino de México, en el aeropuerto internacional de La Habana. Al final de la entrevista acudió también el presidente cubano, Raúl Castro. Sin duda, se trata del evento ecuménico más importante del pontificado de Francisco. Por otra parte, el portavoz de la Santa Sede ha difundido que “el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, informado de esa reunión entre el Papa y el Patriarca de Moscú Kiril, ha manifestado su satisfacción y alegría por este abrazo entre la cabeza de la Iglesia Católica y la de la comunidad ortodoxa más numerosa del mundo".

Queda implícito otro jalón histórico: el abrazo entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras de Constantinopla en Jerusalén el año 1964.

Estas noticias coinciden con el anuncio de otro gran acontecimiento para la unidad de los cristianos: al fin, superadas muchas dificultades, se celebrará en junio el consejo panortodoxo, reunión de los patriarcas de las Iglesias ortodoxas. Lo lanzó hace unas décadas el propio patriarca Atenágoras. Hacía unos mil años que no se realizaba. La sede del evento será también neutral: Creta.

Se desechó el plan de tenerla en Estambul, a causa de las actuales tensiones entre Rusia y Turquía. Muchos avances dependen de encontrar el nuevo modo de ejercer el primado de Pedro, señalado por Juan Pablo II en su encíclica de 1995, Ut unum sint. La Iglesia católica ha asimilado bien los criterios de colegialidad. Se trataría ahora de encontrar una fórmula para la realidad histórica y teológica de Pedro como cabeza del colegio apostólico.

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