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Diario YA


 

LOS SANTOS INOCENTES HOY

Algunos partidarios de asesinar a los no nacidos en el mismo seno materno, aborto, quieren ahora practicar el infanticidio, el asesinato de los nacidos. El argumento que aducen es claramente satánico, porque los recién nacidos, según estos asesinos de seres inocentes, como los nuevos Herodes, si se consiente el aborto de los no nacidos, porque según ellos no tienen status civil de persona humana real, tampoco lo tienen los recién nacidos. Llegan al paroxismo de la brutalidad más terrorífica cuando afirman que la matanza de un recién nacido podría ser éticamente admisible en todas las circunstancias en que es el aborto.
Para semejante holocausto de los inocentes concebidos y nacidos aducen terroríficos argumentos como los que aducían los nazis para asesinar toda clase de personas que no fueran de la raza aria. Pura ingeniería eugenésica por la que se pretende directamente eliminar a toda clase de enfermos cuando tienen disminuida su capacidad mental porque dejarían de ser personas al haber perdido la conciencia de sí mismas (alzheimer o una persona en coma). Es decir, son los partidarios tanto del aborto como del infanticidio los que deciden quienes tienen derecho a vivir y quién no.
Además, si tenemos en cuenta que los que afirman que la pobreza puede ser una de las causas del infanticidio de los recién nacidos, solo faltan monstruos que pretendan solucionar el problema del hambre, asesinando a los hambrientos, quienes son víctimas de una economía que mira a los ancianos, a los enfermos, a los pobres y a los niños, porque serían los causantes de que unos pocos no gocen y disfruten de todas los bienes  que el Creador ofreció a todos los hombres, creados a sus imagen y semejanza, con una dignidad que no puede ser violada por ningún sistema político-económico fundado en la exclusión y en el descarte de los débiles  e indefensos.
Intentar justificar el aborto o el infanticidio con presuntos argumentos legales para dirimir cuando se es o no persona es un crimen abominable.
    Fidel García Martínez

 

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