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Diario YA


 

Las artes aplicadas, su coleccionismo y conservación es parte fundamental de nuestra identidad cultural

¿PUEDE SER EL COLECCIONISMO SINÓNIMO DE PATRIOTISMO?

Jorge Llopis Planas
Presidente de CEPTAPA
Crítico de Arte (AEPA)

Envidia mala e irreversible es lo que me provoca el afecto y respeto de los ingleses por sus artesanías, artes y oficios ¡Que quieren que les diga!. No será que en estas tierras no hallamos dado glorias en estos negociados, pero no hay manera…Ni la forja ni el damasquinado toledano o vasco. Ni la ebanistería mallorquina, catalana o andaluza. Ni las cristalerías, porcelanas o los tapices de nuestras Reales Fabricas. Ni la humilde marroquinería o la esplendorosa orfebrería madrileña, catalana o cordobesa. La juguetería valenciana o la Exonumia (medallistica) madrileña. Ni tampoco las cerámicas castellanas, valencianas o baleáricas. La lista es interminable. No hay nada que hacer.

La inexistencia de una tradición de coleccionismo en España va asociada a la falta de formación en materia de arte en los planes de estudios españoles, que no contribuyen en absoluto a estimular el interés por la cultura o a promover su valor

Todavía habrá algún cretino que responderá que no es comparable Inglaterra o Francia en esto de las artes aplicadas y su coleccionismo con España. Desde luego que no. En este país y sus territorios de ultramar hemos llegado a potenciar talleres escuelas artísticas y artesanales creando y produciendo tan bizarra cantidad que no somos capaces de asimilarlo. En este país tampoco hemos sabido conservar, valorar y potenciarlo más allá de mercadillos folklóricos y alguna feria. Simplemente ver cual es el paisanaje de la restauración especializada, es decir, del deseo por preservar por parte del propietario es revelador y demoledor. Tampoco nos parecemos a los ingleses y franceses en el apoyo que tienen por parte de los medios audiovisuales en promocionar lo suyo, sabiendo que estas cosas del coleccionismo fascina al publico de clase media.

La inexistencia de una tradición de coleccionismo en España va asociada a la falta de formación en materia de arte en los planes de estudios españoles, que no contribuyen en absoluto a estimular el interés o descubrir las artes aplicadas o a promover su valor. En eso también es cierto que no nos parecemos ni a Inglaterra ni a Francia, ni a Holanda, ni a Austria, ni Italia…¿Sigo?.

El español medio sólo otorga a las antigüedades un valor económico que la mayoría de las veces las piezas no tienen. Probablemente mas de la mitad de la población conserva objetos que sus antepasados compraron porque eran bonitos o porque fueron una moda, pero no se interesa por saber lo que tiene. Sólo vender. Relegarlos al olvido, desecharlos o destruirlos provoca esta devaluación y perdida.

Creo que estudiar el perfil sociológico ¡y hasta político! del coleccionismo en nuestro país sería interesante. Pensar que únicamente las economías boyantes son proclives a esta afición es un absurdo. Es cierto que nuestro concepto de sociedad burguesa llegó con algo más de retraso en el siglo XIX. El consumismo no ha sido tampoco desigual respecto a otros países por mucho que se pretenda argumentar con excusas tan sospechosamente reduccionistas como aislacionismo, las dos Españas, emigraciones deprimentes o “soluciones habitacionales”...

Es evidente que el coleccionismo en otros países también trasciende a una cuestión de orgullo patriótico, algo que si se menciona en la Piel de Toro suena mal, muy mal ¿Es nuestra cultura coleccionista, antipatriótica? Pues parece que más bien si, en el ámbito de las artes aplicadas como manifestación cultural, como símbolo de origen, como legado de un pasado. Los franceses tuvieron una revolución sacrosanta pero no olvidan ni a Luis XIV, XV ni XVI. La industriosa y progresista Albión no ha condenado al olvido ni a sus reyes ni sus despóticas colonias (en esto los belgas, aunque en pequeño, tampoco) Y la lista continua: Portugal, Alemania, Austria, Italia, Holanda, los del Norte. Quizás los del Este estén un poco más desfasados debido a su peculiar concepto durante 70 años de la propiedad privada, obsesión iconoclasta y prioridad por comer caliente.

 ¿Es el minimalismo imperante un intento forzado de “reseteo” de nuestras raíces identitarias que se refuerza con nuestra vergüenza de “ser” o de aquello que “huela” a español?

¿Es por tanto una cuestión cultural o política? Puede que nos vayamos acercando a la cuestión, si entendemos por cultura aquello que emana y se configura desde el entorno. Ya sabemos que por cultura, la lista de definiciones es larga, aburrida y hasta incomprensible, pero siempre demasiado vinculada a la política.

En España coleccionar se relaciona con viejuno, clasista o curioso rayando con friki, lo que ya no ayuda demasiado y si la colección es de eboraria (marfil), militaria, objetos relacionados o producidos durante el franquismo (38 años de historia, no se olvide) o taxidermia de insectos puede que hasta provoque la exclusión social. A mediados de los 70 hubo un repunte por coleccionar objetos y artesanía como una especie de reacción por lo popular y agro respecto a lo burgués que se termino con la cesión de competencias autonómicas ¿Es el minimalismo imperante pretende un “reseteo” de nuestras raíces identitarias que se refuerza con nuestra vergüenza de ser o de aquello que huela a español?.

El español medio sólo otorga a las antigüedades un valor económico que la mayoría de las veces las piezas no tienen, porque nosotros mismo los hemos despreciado.

¿Han oído hablar del Kitsch de los años 50? Pues las salas de subastas y brocanteros más importantes de Europa, si. Ahora se llama Vintage…Nos ponemos muy cursis con lo Vintage (¿qué tienen que ver las añadas de vino con todo esto?). Somos tan majaderos que no conservamos ni los sellos españoles del abuelo, pero se nos cae la baba viendo como los americanos se parten la cara por una colección de cromos de béisbol de los años 40. Somos tan cretinos para embobarnos como un tapicero de Gales restaura un sillón estilo eduardiano del siglo XX, pero no somos capaces de encontrar a un simple cristalero que restaure una lámpara de cristal mallorquín de finales del XIX. Nuestros anticuarios, brocanteros y almonedas restauradores están cerrando desde el 2015 y no sólo por el Covid.

Ingleses, franceses y holandeses han producido programas de TV sobre esta afición: sus tiendas, sus profesionales, sus restauradores, sus subastas. Recordar simplemente que en Inglaterra el sector anticuarios  proporciono más de 19.000 millones de euros y los anticuarios casi 2.500 millones en 2019. ¿En España? Por lo visto las últimas cifras son del 2016 con 370 millones de euros.

No hay censos ni estadísticas. Hace un par de años puede averiguar simplemente preguntando por el numero de entradas vendidas en ferias especializadas, pueden haber en España cerca de 11 millones de personas que coleccionan “algo”, partiendo entonces, que casi ¼ parte de la población es o pudiera ser friki, ya no me siento tan sólo.
 

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