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Diario YA


 

A la caza del manso

Ángel del Río. 12 de febrero.

Cuando la Justicia oficial, es decir, la que encarna un ministro, y los jueces, es decir el juez más mediático, se van de caza, es que coinciden en el interés, la pasión y la entrega por la caza; la caza mayor, no la de palomas y conejos. Cuando uno va de fin de semana a Jaén a cazar, a Sierra Morena, o salen las escopetas por los Cerros de Úbeda, es porque se tiene recursos para ello, bien económicos o de influencias, de afinidades o amistades peligrosas, porque la caza mayor no está al alcance de las posibilidades de cualquiera, aunque sí otro tipo de cacerías. Personajes que cazan unidos permanecen unidos en una cacería menos cruenta y más política, al menos algunas actitudes inducen a la sospecha razonable.

Uno se imagina a un ministro y a un juez repartiéndose trofeos al final de una jornada de montería, haciendo una distribución equitativa de los lomos, las pieles y los cuernos de las piezas cobradas. El ministro Fernández Bermejo y el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, no se fueron de safari a Africa para enfrentarse a fieros leones, peligrosos elefantes o inquietantes rinocerontes. Se quedaron más cerca, de montería, a la caza del manso, es decir, de gamos, ciervos, corzos y otras especies inofensivas. Caza mayor, ¿también de brujas? Quién sabe. Ministro de Justicia y juez encargado de instruir un sumario contra la oposición, juntos en la montería del fin de semana. Aquello de la mujer del césar, no pasa de moda, pero algunos ni lo conocen, ni les importa, les trae al fresco. Así se escribió un día la historia, entre escopetas, cartuchos, piezas puestas a tiro y sentencias de muerte por firmar al día siguiente. Así se sigue escribiendo la historia de la moderna realidad, en la que sigue cargada la escopeta nacional.

 

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