Principal

Diario YA


 

el aguijón

Más que broma, desvergüenza

David Martín. 7 de febrero.

Esta semana hemos asistido a uno de los más bochornosos y esperpénticos hechos realizados por una cadena de televisión. No es el primero, ni tampoco, por desgracia, será el último. Ha sido tema de tertulias radiofónicas, se han rellenado multitud de paginas en la prensa, y en incontables blogs de Internet se ha comentado la noticia. Hasta este portal le dedicó su editorial el pasado miércoles. Me refiero a la broma que el programa de La Sexta, “El intermedio”, con su presentador, Miguel Ángel Monzón, popularmente conocido como “El Gran Wyoming”, a la cabeza, ha gastado a los compañeros del programa Intereconomía TV, “Más se perdió en cuba”, que se puede ver a través de TDT y televisión por cable. Posiblemente hubiera noticias más importantes en la actualidad mundial como para dedicar más de un párrafo a semejante desfachatez, pero ninguna tan dañina para la profesión periodística. Y si los que la ejercemos corremos un tupido velo, la dejamos pasar de la misma manera que corre el agua por los ríos, estaremos contribuyendo a la putrefacción del Periodismo. Así que ¡al ataque!

Les resumo los hechos: a la sede de Intereconomía TV llega un video en el que se puede ver a Wyoming en un ensayo del programa cuando es interrumpido por una becaria del espacio. Sin el más mínimo respeto Monzón abronca con saña a la chica con un leguaje soez y vejatorio. Los reponsables del programa “Más se perdió en Cuba” deciden, una vez comprobada su veracidad, emitir, el pasado sábado, el video con el fin de atacar a Gyoming y su equipo. El episodio final de una de las historias más tristes del Periodismo llegaba el lunes, cuando  Wyoming y su equipo descubren que todo ha sido un engaño, una penosa farsa, una inocentada propia del 28 de diciembre hecha en pleno febrero. Una burla propia del personaje en cuestión que pone de manifiesto el tipo de humor que se gasta uno y la torpeza en la investigación de la veracidad de la información del otro. Más que risa provoca sonrojo. Más que broma es desvergüenza.

Ha dicho el autor de la payasada que sólo pretendía demostrar la falta de profesionalidad de los periodistas de Intereconomía al no contrastar las informaciones. Muy plausible, sí señor, pero con matices. No todo vale aun cuando el fin que se persiga sea laudable, y utilizar un video en el que se veja a una mujer en su puesto de trabajo para poner de manifiesto lo mal que lo hace el oponente simplemente es mezquino.  Tomarse a cachondeo un tema tan serio y grave como es el maltrato psicológico es infame, y cuando se utiliza como elemento de mofa, intolerable. Tampoco se puede consentir que se dé por bueno lo primero que llega a las manos y, sin verificar su autenticidad, se utilice para insultar y desprestigiar. No era necesario. Los actos simbolizan la catadura moral de quien los comete y aquí no había discusión. La profesión periodística, según Monzón, no se puede desprestigiar porque ya está desprestigiada. Leer o escuchar esto duele, pero puede que tenga razón. Ahora bien, acciones como la reseñada, de la que el mencionado Monzón se ha jactado, emponzoñan mucho más, así que alguien tendrá que tomar buena nota y actuar en consecuencia porque si, además de no ser del gremio, se viene a ensuciarlo y se hace ostentación de ello, alguien está sobrando.

El no ser periodista no exime del respeto de las normas que nos regulan cuando se ejerce como si se fuese, de igual modo que el desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento . Hemos permitido muchas, demasiadas, cosas los periodistas. Nadie parece inmutarse por la falta de profesionalidad que existe en los programas televisivos, donde el presentador más que por formación se escoge por su bello rostro;  se acepta darle la categoría de fenómeno sociológico a lo que no es más que un monumento al morbo y al amarillismo; cualquier famoso por intervenir en un programa de éxito de audiencia tiene más facilidades para presentar o colaborar en un espacio de televisión que quien está durante tres, cuatro, o cinco años hincando los codos para conseguir el título universitario; se han tolerado muchos bulos, más de una farsa, algo más de un  exceso...  Nada se ha hecho para evitarlo, ni nada se va a hacer con lo ocurrido. De aquellos polvos, llegan estos lodos. Todos tenemos que mirarnos el ombligo y reconocer nuestra parte de culpa al no castigar antes, y tampoco castigar ahora. No todo vale, pero sí parece que todo se permite.

Como vulgarmente siguen burlándose en La Sexta, “se la han colado a los de Intereconomía”, pero no nos engañemos. Wyoming y su equipo no les han metido el gol sólo a ellos, sino a todos. Al espectador, quien ansiado de curiosidad y morbo, ha hecho posible que el programa lograra máximo de audiencia día tras día durante la polémica, y, lo que preocupa más, a la profesión periodística. No tiremos una vez más la toalla. No nos quedemos sentados ante el atropello. No crucemos los brazos ante el delito ético y moral. Hemos encajado un gol, uno más, pero aún no hemos perdido el partido, aunque lo parezca.

 

Etiquetas:david martín